jueves, 27 de marzo de 2014

AZUL

Ella es una niña alegre, sus ojos. -Dice más con ellos, que con sus propias palabras-.Eran casi las 4:00 P.M. El día no había sido el mejor, pero era uno más y ya me regalaba cosas que pensar  -eso creía yo- . Todo el día, por mi cabeza pasaban cosas, ninguna tenía que ver con lo que estaba haciendo, igual lo disfrutaba; de repente pensé tomarme un tinto acompañado de una torta de chocolate, hice una fila larga, estando allí note que era un día, que aunque podría decirse normal, tenía cosas diferentes. Mi sentido del humor estaba muy agudo y se me facilitaba reír por cualquier cosa. Tenía una sensación extraña. De pronto pensé: ¡yo si soy bobo! – jajajaja – en ese momento algo llamo mi atención; muy al fondo estaba ella, Azul, era a primera vista una niña normal, estatura promedio, cabello un poco más abajo de los hombros, un color de piel hermoso, y los ojos; -esos ojos eran otra cosa -¿Cómo una mujer  que está en un mundo tan llano de perversidades puede tener una mirada tan clara? Era ver a una niña de dos años conociendo algo nuevo tomada de los brazos protectores de sus padres. Ella utilizo esas armas para incrustarse en mi mente; estaba tan embelesado que no pensé en saber cuál era el libro que tenía en sus manos, - tenía que ser para ella algo mágico, era la única forma de explicar la expresión de su mirada-. Levante la cabeza y ya estaba frente a la vitrina, pensé: lee, que rico es leer con un buen tinto. Decidí llevarle uno. ¿Cómo hacer para llegar hasta ella? Sin ser exagerado podrían contarse 100 pasos entre los dos; empecé a caminar y en mi cabeza apareció: ¿Qué le voy a decir? ¡Que pregunta! Faltaban 99 pasos y mi corazón empezó a palpitar más rápido, por mi cabeza pasaban mil cosas, me arrepentía de lo que pensaba hacer y luego me convencía. ¡Ya estaba en camino! No faltaba mucho, estaba a la mitad, 50 pasos nos separaban. La veía muy cerca y me detuve. ¿Tendrá novio? Eso no es un impedimento.-las cosas que ocupaban mi mente eran las que más asustaban- ¿o será el efecto libro en sus manos?, tal vez tuviese más palabras que yo al momento de iniciar una conversación. Acelere mi paso – nunca lo había notado ¡100 pasos, eran tan poca distancia!- ya había superado 87 obstáculos y decidí detenerme, en mi cuerpo habitaba un miedo que no conocía. De pronto me miro, yo ya la estaba viendo desde unos 86 pasos atrás. Le dije –Hola-, ella me respondió “¡Hola Bien!”. –Ten- dije yo, y acto seguido le entregue el tinto. Ella me pregunto “¿y por qué?”. En ese momento muchas cosas pasaron por mi cabeza, ninguna de ellas salió por mi boca. El silencio nos inundó...”no tomo tinto” -y se fue-.  FIN

Autor: Darwin Antonio Betancourth Quintero.

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