jueves, 27 de marzo de 2014

DONCELLA





Es oscuro, hace frio y tan solo un abrigo de lana roto, no es suficiente para Nicol. Siente ya dolor. Sus manos, sus brazos, sus pies le duelen. Cada día se arrepiente, pero volver para ella no es una opción.

Cuando era joven harta del maltrato y la barbarie de su padre, decidió fugarse a buscar una mejor vida, aquella que no encontró.  Su madre había muerto y su padre harto de la vida y cansado de todo ya solía beber y embriagarse todo los días; pronto su querido padre cambio su forma de ser era violento y desagradable. El maltratar a su pobre hija se volvió recurrente en él, y su hija fue alimentando poco a poco un odio y un rencor por él.

La pequeña Nicol perdido todo respeto y todo amor hacia su padre arremetía con violencia ya hacia él. Devolviendo golpe con golpe, mano por mano; se cobraba ya cada golpe, era su batalla su vida, su dolor, su gran dolor. Pero aun así y a su lucha, no lograba ganar la batalla, ni esa ni ninguna, el maltrato fue cada vez peor; a su vida llego por fin una esperanza, una luz, un primer amor. En la tarde mientras su padre dormía la resaca o dormía por dormir escapaba de su encierro y su cárcel. He iba a ver a su enamorado, él le prometía el cielo y la luna y ella se lo creía, veía en él la única esperanza para escapar de allá. Y así fue como muy pronto, ciega de amor y sin conocer su destino, en una noche mientras su padre bebía y bebía, empaco sus cosas y se fue de su hogar buscando en su amor un refugio al dolor que sentía.

Y con aquel hombre nada fue como ella soñaba, como esperaba, como creía que iba a ser. Y no es que a él le hubiese importado alguna vez ella; solo buscaba una chica más a quien utilizar y explotar, buscaba una chica que les pudiese dar a sus clientes lo que querían, belleza y juventud. Con sus casi 1.70 de altura, sus hermosos ojos castaños, y su hermoso cabello negro y rizado, era según él la mercancía que necesitaba. Y su hogar soñado para ella nunca llego. En lugar de ello tuvo encierro y reclusión, maltrato, insomnio y violación.

Largos años pasaron y el dolor y la rabia se convirtió en odio y resignación, palabra que ella nunca aprendió, pero entendía; la jovencita convertida en mujer, amada por sus clientes, odiada por la sociedad por ser algo que ella nunca quiso ser, estaba muerta por dentro por el dolor y muerta por que así sentía su ser. La Doncella, su nombre para aquellos que gustaban de ella, era un engaño, ni doncella, ni princesa, ni nada;  era esclava, esclava del capricho de otros, esclava adolorida engañada por la vida. Jamás pudo antes escapar a ese encierro, siempre la encontraban la ataban y la maltratan y el dolor era peor, peor porque no lo pudo hacer, no lo logro, dolor por los golpes que le infligían, dolor porque su alma ya estaba suficientemente dolida, y el intentar escapar una vez más para ella era muerte total, aunque no física.

De un hombre a otro, nunca cesaban, no vacaciones, no había descansos.

Uno tras otro siempre se iban; cada vez que pudo huir de allí lo intento, pero solo fue esa noche en la que pudo subir a hurtadillas a ese carro, el carro del hombre que no conocía y con el cual ya había estado; ocultarse dentro, no hacer ni un ruido, no hacer presencia. Y al salir por fin el mundo le desconcertó, no era lo que ella esperaba de nuevo, no obtuvo ayuda, cada vez fue empeorando, su dolor se convirtió en agonía, y sin tener donde dormir, que comer, ni como abrigarse, la intemperie pronto se convirtió en su hogar. Vivía por si misma de la caridad porque nada mas pudo hallar; de aquella hermosa viejecita que le regalo un abrigo, del joven que la observo con repudio, pero le obsequio unos pesos; de la gente que regala cualquier cosa por pura lastima o vergüenza de no dar, y es así siempre, mientras ella vive al límite todas las noches, porque el frio aumenta y la temperatura desciende, sus dedos se hielan, sus manos se tensan, el dolor persiste, las luces se extinguen, y Nicol vuelve y morir una vez más.




Autor: Cristian Camilo Marín 

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