jueves, 27 de marzo de 2014

El hombre de mis sueños.


Anoche volví a verte, en realidad, llevo más de un año desde que volví a soñar contigo. Estabas a mi lado, tal y como en un tiempo lo estuviste, era yo tan feliz como lo fui en los tiempos en los que por primera vez allí apareciste, y lo mejor de los sueños, es que tenía esa sensación de que nunca iba a despertarme.

Juro que es inconsciente, porque si yo tuviese la habilidad de escoger qué soñar, lo más seguro es que iría al espacio y tendría aventuras a través de galaxias todas las noches. Pero no, sigo soñando sueños de esta tierra, sigues apareciéndote cada noche en mis sueños sin falta, como si nunca hubiera pasado nada, como si ese oscuro período de mi vida en el que me olvidé de ti y no quise volver a verte, nunca hubiese sucedido, lo más posible es que siga estancada en la época de mi vida en la cual todo parecía haber sido color púrpura, y no digo color de rosa como si hubiera sido perfecto, del modo que "supuestamente" debió ser, sino púrpura, tal y como a mí me gusta.

Quizás deba superarte, es más, cuando estoy despierta sé que lo hice... o eso creo. Es que despierta todo se vuelve más claro, puedo ser tan racional como quiera y mi vida tiene más sentido. Pero en sueños es cuando mi subconsciente me quita el control, y puede que haya reprimido tanto a mi corazón que ahora trate de expresarse en mis sueños, porque cuando duermo es cuando mi mente finalmente es libre, sin prejuicios, sin miedos, sin necesidad de explicaciones.

Recuerdo que al principio no sabía quién eras, de vez en cuando aparecías en mis sueños como cualquier persona, simplemente sentado en el fondo, siempre mirando hacia otro lado, otras veces aparecías para rescatarme. Fue un tiempo en que tuviste diferentes máscaras, caras que en mi vida he conocido y sé que nunca llegaré a conocer. Hasta que un día por fin tomaste forma, y en uno de esos escasos sueños te reconocí, por fin supe quien eras, y mejor aún, sabía que tú también me reconocías.

Esa es la época en la cual creo que mi vida ha tenido más luz, pero no cualquier clase de luz, sino de la luz de la cual últimamente he tratado tan desesperadamente de huir. En esa época cada que nos veíamos sabíamos que cuando yo despertaba ibas a estar ahí, y saber que, no importara si soñara o no, seguiría viéndote con la misma cara me reconfortaba.

Hasta que un día no volviste a venir, ni yo te volví a abrir la puerta de mi corazón. Fue un acuerdo mutuo en el cual decidimos que quizás una vida tan perfecta no era el camino que ambos queríamos, una decisión que en el fondo a los dos nos partió el alma en mil pedazos, pero fuimos tan testarudos que no dejamos que el otro se diera cuenta. En ese tiempo, cuando estaba despierta pensaba en ti, pero cuando dormía trataba de olvidarte, porque aprendí que tratar de olvidar a alguien estando despierta nunca funcionaría, además, es cuando dormía que sentía la magia, y era estando despierta que lograba pensar.

Así que ambos seguimos con nuestras vidas, yo busque a alguien más, tú también. Por mi parte, encontré a muchos otros, en los cuales sólo lograba pensar estando despierta, y que cuando aparecían en mis sueños, no lograban el espectáculo que tú hacías cada que aparecías, y fue ahí cuando empecé a compararlos contigo y olvidar que te había olvidado.

Cuando tocaste de nuevo la puerta de mis sueños estaba tan sorprendida que te dejé entrar, te invité a quedarte y tu sin duda lo hiciste, me abrazaste como si nunca me fueses a dejar ir, como si con tus brazos lograras reparar todo el tiempo que perdimos juntos, me agarraste tan fuerte que el concepto de el sueño y la realidad se desvaneció en mi mente, haciendo que todo fuese confusamente placentero. Pero a la mañana desperté con el pensamiento contundente de que estando despierta no volvería a verte.

Esto me hizo pensar en la decisión que un día tomamos de no volvernos a ver, de cómo tan estúpidamente te fuiste y cómo tan estúpidamente te dejé ir, una decisión que a veces pienso que no fue la correcta, pero sin embargo fue lo que debió suceder, una medida que pareció justa, pero no fácil, y aunque yo me haya esforzado tanto en ocultarlo, fue una decisión que marcó mi mundo.

Desde el día que en mis sueños volviste has decidido quedarte allí, ya no importa que tan cansada esté de verte, ni tampoco que tan empeñada en dejarte a un lado parezca, cada día al cerrar mis ojos no puedo pensar en nadie más que tú. A veces te pienso con remordimiento, unas con tristeza, otras con determinación, pero cada que te veo me obligas a mirar al pasado y a recordar a esa persona que soñando despierta solía acompañarme, pero ahora sólo veo cuando cierro mis ojos.

Sé que no volveré a verte en persona, sé que tú ya superaste tus problemas, pero te pido por favor, hombre de mis sueños, permíteme moverme adelante y ser libre de vivir mis aventuras cada noche. Déjame olvidar la máscara que un día escogiste, y vuelve a ser tan puro como en un principio lo fuiste. Borra de tu rostro todas las marcas del pasado, y conviértete en alguien nuevo a quien pueda amar así como en mis sueños, libre, sin prejuicios, sin miedos y sin necesidad de explicaciones.



Autor: Valentina Zapata Castro.

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