En
aquella mañana todo transcurría normalmente, la rutina de los viernes no se hacía
esperar: levantarse temprano, empezar el día con un vaso de zumo de naranjas y
un baño de agua fría para despertarse completamente. Tendía la cama antes del
desayuno cuando comencé a recordarlo, era como si hubiera soñado parte del día
que se avecinaba desconocido y misterioso, como si se rompiera ese estrecho
vinculo que hay entre abrir los ojos y saber qué te espera sólo por la
costumbre de los oficios de siempre.
No
he sido una persona supersticiosa como suelen serlo mis parientes y amigos, que
se atienen a la sección del noticiero en la que una señora gorda de unos
sesenta años vestida con una bata y un turbante que varía de color según lo que
ella dice que es conveniente para el día, rodeada de velones y flores del mismo color de
su ropa. La frase con la que empezaba aquella dama sus predicciones siempre
era: “Destino o casualidad” a lo que posteriormente agregaba un sinnúmero de
palabras claves para el día antes de iniciar la lectura del Tarot.
“Destino
o casualidad”, empezaron a rondarme la cabeza esas necias palabras a las que
trataba de no prestar la más mínima atención cuando mi hermana mayor subía el volumen
de la televisión y sin poder quejarme me veía obligada a escuchar yo también. Pero
esa mañana de viernes 13 de abril, de
cielo límpido y radiante sol no hubo noticiero, la televisión estaba
descompuesta y mi hermana había cruzado la calle aún en pijama (situación
demasiado extraña puesto que juró por toda la familia que nunca saldría fuera
de casa con un pijama puesto), se encontraba sentada en una de las mesas de una
cafetería vecina, despeinada, pálida y sin parpadear siquiera para no perderse
cada uno de los detalles de la sección de la señora robusta que usa turbante.
Bajé
al primer piso a desayunar sola en la cocina como solía hacerlo cada día,
agarré mis libros y salí sin despedirme de mamá, olvidé algo que era importante
para las dos: un beso y un “nos vemos para almorzar”. Las clases empezaban a
las ocho en punto, a decir verdad para mí a las siete y media, no soportaba
llegar tarde a ninguna parte, aún así, esta vez no asistí al colegio. Estuve en la
entrada pero decidí irme a caminar un poco. Después de dar varias vueltas por
las calles me senté en un parquecito
solitario y lleno de árboles que dejaban caer un par de hojas de vez en
cuando, al que nunca había ido. Tomé una libreta de apuntes de entre mis libros
y una pluma para dibujar algo, quería que fuera un dibujo interesante, pero de pronto
no dibuje nada, lo único que resultó fue una frase que me pareció ridícula:
“DESTINO O CASUALIDAD”. Me llené de pánico al darme cuenta que estaba pasando
algo extraño en mí pero no lograba descifrar lo que me desequilibraba de esa
manera.
Luego
recordé vagamente aquel sueño que la noche anterior me desveló un poco, el
parque seguía solitario con sus árboles y yo, nada más, situación que permitió
abrir el corazón a tal enigma, en un momento me hallé llorando
inexplicablemente con un dolor tan profundo que se hacía cada vez más intenso,
fue entonces cuando vi pasar una a una las crueles escenas de aquél sueño que
describían algo que deseaba tener pero no estaba a mi alcance conseguirlo. Pude
comprender que todo confluía, eran como dos mundos paralelos que nunca quise
ver: el primero mostraba una realidad, fruto de mis acciones y el otro
verdaderos anhelos; casi imperceptibles empezaron a desfilar frente a mí las
consecuencias de las medidas tomadas frente al sueño, que en realidad era algo
que quería con aberración y que cuando estaba más cerca permitía que escapara.
Causas
y consecuencias se quedaron atrás para darle paso a eso que tanto deseé, me
miró tan dulcemente, tomó mi mano ofreciéndome el poder de moldearlo todo a mi
antojo, de regresar el tiempo, acortar distancias, reacomodar el mundo, me
invitaba a pertenecerle. En un principio el miedo seguía siendo dominante,
porque eran precisamente mis temores e inseguridades lo que me alejaba de él (el
sueño), de seguir así nunca encontraría un camino para alcanzarlo sin
posibilidades de perderme, sin fracasos ni dolores. Tomé su mano y cerré los
ojos para verle con el corazón y hacer de sus palabras una única verdad. Era lo
que siempre esperé con ansias, con tanta fuerza y obsesión hasta que lo
conseguí. Me abrazaba, entonces abrí los ojos de nuevo y realmente los abrí. Envuelta en una fiebre altísima, mi hermana
veía el noticiero en nuestra televisión,
yo no tomaría clases con lo enferma que
estaba después de haber delirado toda la noche repitiendo a cada momento:
“Destino o casualidad”. Mamá me ponía compresas de papa para bajarme la
temperatura un poco.
Tocaron
el timbre de la casa, aun me sentía muy mal, me dolía la cabeza y molestaba la
luz de una aparente mañana de cielo límpido y radiante sol. Era el panadero,
dijo mamá, cuando regresó a mi habitación angustiada por mi salud. Un sueño
dentro de otro sueño era algo que hacía más evidente ese deseo que no podía
alcanzar, ese imposible que había llegado a mi vida y seguía diciéndome al
oído: “Destino o casualidad.” Poco después recordé que papá compraba pan solo
los viernes, por lo que pregunté la fecha, mamá respondió: viernes 13 de abril,
querida vamos a llevarte al médico, ya regreso.
Autor: María Alejandra Garcés.
Excelente
ResponderEliminarexcelente.me encanto
ResponderEliminarMuy bien...
ResponderEliminarbuenisimo...lo recomiendo.para mi el mejor
ResponderEliminarexcelente
ResponderEliminarexcelente me encanto
ResponderEliminareste es el mejor de todos, male me sorprendes! felicitaciones.
ResponderEliminarme encanto
ResponderEliminarte felicito Alejandra, excelente cuento.
ResponderEliminarExcelente cuento,aleja que facilidad para plasmar en letras una verdadora y entrenida historia.
ResponderEliminaraleja para mi es un excelente cuento el mejor mucha suerte
ResponderEliminarEl mejor; es inevitable dejarse atrapar en ese sueño; estoy tratando de salir de un sueño.
ResponderEliminarQue buen cuento Maria Alejandra, te felicito sinceramente!! Estoy seguro que te va a ir muy bien, felicitaciones!!
ResponderEliminar¡Muy bueno de corazón felicitaciones!
ResponderEliminarMuy interesante el enfoque, sutil el lenguaje y adecuado el tiempo. te felicito
ResponderEliminarFelicidades mi Aleja sigue así y no desfallezcas. Elkin
ResponderEliminarEs malo, todos te ponen buenos comentarios, yo me preguntaría la causa.
ResponderEliminarEl hecho de que para su criterio mi cuento sea "malo" no significa que lo sea también para el criterio de los demás. Muchas gracias, las críticas destructivas como la suya son tierra estéril que el agua de las criticas constructivas de los demás hace fecunda.
ResponderEliminarMuchas gracias a aquéllas personas que leyeron mi cuento y me apoyan, gracias por su buena voluntad y por sus comentarios! Dios los bendiga.
ResponderEliminarCreo que el cuento es bueno. La idea de los mundos paralelos y de sueños dentro del sueño, son muuuuy interesantes, pero le metes otros muchos datos que hacen que se vuelva difusa la idea original. Veo que eres joven, talentosa y entusiata. Eso es lo que se necesita para ser un buen escritor. Por otra parte te recomiendo el taller de creación literaria de Luis Fernando Macias en la Universidad de Antioquia
ResponderEliminarMuchas gracias. Uno de mis sueños es precisamente convertirme en escritora un día y para ello he venido trabajando de diferentes maneras. En el momento hago parte del taller de literatura dictado por Fernando Cuartas en la Universidad Nacional.
EliminarNo difiere mucho de una novela para adolescentes cualquiera. Hay talento pero con enfoque muy ordinario
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