Algunos
ufólogos (carrera de moda) decían que podría ser un extraterrestre, ya que
miraba mucho al cielo cuando expulsaba su ronca pero agradable voz. Este hombre
replico durante horas la importancia del silencio, con frases inolvidables y ya
antes escuchadas como -"Las
paredes tienen orejas. Vuestras orejas tienen paredes"-. Quiero seguir describiéndolo, pues fue un
acontecimiento tan magnifico, que solo podría ser verdad inventándose, por
algún loco con locura metódica, pero basta de imaginación, hablaré de la
realidad.
Este hombre poseía una barba blanca y larga que no
se movía por sus palabras brabantescas y gritadas, era un Macedonio Fernández
(Si no lo conocen, busquen sus fotografías) o el gitano Melquíades, tal vez en
esta realidad los dos se fusionaron y dieron vida a esta locura hecha persona. Para
mí representaba patria, que no es más que egoísmo en masa o un papel gratis,
pero que en el nombre que justifica su nación se encuentra un pasado vivo y una
cultura que nos determina, nación que justifica nuestros llantos, este hombre
de mí hizo un llanto.
El hombre feliz no tiene camisa, porque no la necesita.
Este hombre andaba desnudo, era desnudo, en cuerpo y alma, pues no parecía un
ser complejo, al contrario, parecía un ser consciente de su simplicidad, de su
mortalidad. ¡Exacto!, un mortal que expulsó eternidad con sus palabras, con los
efectos que producían en su público esas palabras, con las acciones que surgieron
de los efectos que producían en su público, con las reacciones de esas
acciones, con la historia nunca olvidada, después de que en este ciclo, (No
diría yo vicioso, sino virtuoso) se desencadenó la salvación, la salvación sin
promesas, pues nos dio la terrenalidad, nos ofreció la tierra como ya era, con la
banalidad y la simpleza de los cinco sentidos. Nos hizo conscientes de que las
ideas políticas, filosóficas y espirituales no la habían acabado, pues
continuaba igual, solo nuestra percepción cambiaba, pero esta era la misma
desde un principio y se pensaba a sí misma como siempre se había pensado, en
silencio.
Autor:
Federico Yepes Chica
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