jueves, 27 de marzo de 2014

REALIDADES PARALELAS

Su mano temblaba al sostener la micro pipeta de laboratorio que adicionaría una millo naba fracción de litro en una cajita de cristal redonda que contenía una gelatina verdosa. La gelatina verdosa eran células vegetales, que habían sido aisladas de una misteriosa planta amazónica que demostraba un gran interés en crecer rápida y salvajemente. La millo naba fracción de litro que estaba por ser adicionada sobre el cultivo vegetal, contenía miles de diminutas proteínas que guardaban en su interior una preciada información genética.

Sin pensarlo más su mano se apretó sobre la micropipeta de laboratorio, y esta soltó una casi indistinguible gotita, que se esparció rápidamente por toda la superficie verdosa, quedando nuevamente como si nada hubiese pasado. Tomo la cajita de cristal y la coloco en un estante cubierto por una luz muy blanca, reviso que todo estuviera acorde a lo planeado y encontrando las cosas en orden se marchó esbozando una sonrisa en su tranquilo rostro y perdiéndose en la oscuridad de la noche.
Se halló a sí mismo en otra habitación sentado frente a su computadora viendo una columna de datos titulada con el nombre de experimento X. Tal título le genero una gran curiosidad, y empezó a  leer el documento con tal avidez que perdió toda noción de la realidad ordinaria. El documento era compuesto por letras y más letras, no pertenecían a ningún lenguaje más que al de la vida misma; eran códigos de ADN; información genética que cumplía un objetivo en dicho experimento. Al descifrar el contenido de aquella información, noto que estaba compuesta por fragmentos de diversos organismos que coincidencialemente tenían una gran importancia en el contexto social actual, pues todos habían sido acusados de producir sustancias que consumidas por el hombre actuaban directamente en el sistema nervioso, generando diversos tipos de alucinaciones. Mientras más se adentraba en la comprensión de aquella información, entendió que tal esfuerzo científico trataba de generar una maquinaria celular capaz de producir un nuevo compuesto alucinógeno nombrado como la sustancia X. Toda la información necesaria para construir dicha maquinaria celular se hallaba en esa secuencia interminable de letras que ahora veía en la computadora, y sería sintetizada en material biológico por los coreanos, que luego la enviarían de vuelta en una millo naba fracción de litro cuidadosamente almacenada en un diminuto tubo de plástico transparente.

Sobresaltado y estupefacto recordó lo que había hecho tiempo atrás con la micro pipeta de laboratorio, y entendió que ahora el experimento ya estaba en curso, y ensimismado en la silla rodante desde donde clavaba sus ojos intrigados en las estrellas de un vasto firmamento, sintió un gran temor por abrir la puerta de la habitación del fondo, desde donde provenían destellos de luz blanca que atravesaban los orificios de una puerta cerrada. No lo pensó más y se paró de la silla rodante, tomo su bata de laboratorio y se puso las gafas que disminuirían el impacto de una poderosa luz sobre sus pupilas dilatadas. Abrió la puerta del salón de experimentos vegetales, y enceguecido por la poderosa luz que da energía a los organismos fotosintéticos se cubrió con el brazo mientras esperaba la lenta adaptación. Al fin miro hacia el estante donde recordaba, había dejado la pequeña caja de cristal con el cultivo de células vegetales. Encontró en el mismo estante y la misma posición una caja idéntica a la anterior pero ya no de un color verdoso sino que ahora destellaba de su interior un rojo fosforescente, sorprendido se acercó a la cajita de cristal y pegando el ojo a la superficie vio pequeños filamentos que se entrecruzaban recubriendo todo  el cristal e inclusive empezaban a brotar por los pequeños espacios destinados al flujo de aire. Siguió observando fijamente el color rojo fluorescente, y de repente una chispa en su memoria le hizo comprender que el experimento había sido todo un éxito; pues aquel color rojizo tan particular era el resultado de la degradación de un compuesto especial que estaba en los nutrientes que tenía la cajita de cristal, y esta degradación solo podría llevarse a cabo si la maquinaria celular que producía la sustancia X había sido correctamente ensamblada y puesta en funcionamiento.
 
El ritmo cardiaco retumbaba en su mente mientras caminaba afanosamente por los pacillos del edificio de clases de la universidad, los primeros rayo de sol ahora daban volumen a su rostro emocionado. Al llegar al salón de clases noto que todos ya habían llegado, y tomo asiento en la primera silla que vio desocupada. Una vez al corriente de todo, y viendo que no había perdido ningún detalle importante de la clase, se dio la libertad de echar un vistazo a su alrededor sin más razón que distraer la mente un poco antes de empezar. Casi ya había terminado de hacer una rutinaria observación de todos su compañeros cuando sus ojos se posaron sobre una linda mujer que sentada en una silla de estudio dejaba caer su pelo lacio donde las siluetas jugueteaba entrelazándose suavemente y terminando justo en el inicio de su cintura hermosamente contorneada por los primeros rayos de sol que ahora entraban por la ventana. Sintió como subía la temperatura en su cuerpo al observar dicha mujer y rápidamente aparto su mirada de tan bella atracción y abrió su bolso en busca de algo para tomar que refrescase aquel momento. He ahí donde encontró una transparente botella repleta de una sustancia de color rojo fosforescente, y se sobresaltó a tal punto que no fue capaz de apartar la mirada de la botella hasta que el profesor empezó a hablar. La clase trataba de lo importante que era la objetividad en los experimentos y que cualquiera que fuese la situación, el observador no debería de tomar parte activa dentro de su propio ensayo, entonces pensó que no debía ser el quien probara inicialmente la sustancia X, puesto que entonces no sería objetiva su observación. Quien sería su conejillo de indias? Se preguntaba mientras que por su mente paso inmediatamente aquella mujer que había sido dotada de una natural hermosura y que sin duda alguna merecería ser pionera de este asombroso experimento. Empezó a planear como podría hacer que dicha mujer diera tan solo un sorbo de aquel jugo rojizo.
La clase termino pero no fue él quien se acercó a la bella mujer, sino que fue ella la que de repente empezó a hablarle. La dulzura de sus palabras no se podía resistir de ninguna manera y sintió como los suaves movimientos de esos delicados labios le pedían algo de tomar para saciar una sed misteriosamente erótica. Saco la botella y sin apartar los ojos de su hermoso rostro se la entrego, ella la recibió y bebió tranquilamente hasta saciarse, luego le devolvió la botella y como si fuera un instinto él la acerco a sus propios labios y tomó placenteramente para refrescar aquel momento. La sustancia X efectivamente poseía un asombroso efecto alucinante en donde la hermosa mujer y la abstracta clase se esfumaron lentamente dejándole ahora tendido en un colchón de hojas secas al final de un camino creyendo haber despertado de un largo sueño.  

 Autor: Ambar Saldarriaga.

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