Ella
pasaba horas mirando a José mientras él hablaba con soltura. Pero José no la
miraba cuando lo hacía, solo hablaba sin parar, y sin darle la oportunidad de
responder. María esperaba con ansias la hora de almuerzo, y pasar este tiempo
con José. Pero José parecía más concentrado en su comida que en María, él era
distante, y conversaba con sus colegas de los partidos de la semana. Eso a
María no le importaba. María se sentía protegida cuando José hablaba: su voz
llenaba el espacio, aunque sus palabras no dijeran algo amable para ella. A
Mará le gustaba caminar, como solo ella sabe hacerlo, para estar cerca de José;
pero él prefería llamarla en lugar de ir hasta donde ella. A María le gustaba
cuando José sonreía y revelaba un espíritu joven al entrecerrar los ojos,
aunque José no sonriera por causa de María. María disfrutaba escuchar sus
canciones favoritas mirando fijamente a José, pero José parecía no tener los
mismos gustos, y mientras la música sonaba él parecía distante, ocupado en
otros asuntos. Y cuando el día terminaba, María se sentía triste al irse, y ver
a José seguir trabajando, sin poder ayudarlo, porque estaba fuera de su
alcance. Pero realmente José no buscaba en María ayuda para terminar sus
deberes, él siempre ha sido obstinado.
Pero no se
dejen confundir. Ahora deben estar pensando que José es un tipo muy grosero y
desatento. ¿Cómo pude hablar bien de él al inicio del relato después de conocer
tan bien la historia que María me ha contado? Bueno, para ser sincero yo pensé lo mismo cuando María me contaba sus
historias, por tres meses, de lo bueno que era José, y me percataba de lo
distante que él siempre fue. Pensé así, también, hasta que está historia tuvo
su final. Después de tres meses, María me contó otra historia: una tarde, en la
que María debió trabajar más que de costumbre, pudo ayudar a José con sus
deberes. Como siempre, él estuvo muy distante, porque se concentraba en hacer
bien su trabajo. Después que la noche cayera, María sintió que alguien entraba
en la oficina desierta: el sonido de tacones avisaba que era una mujer, que
caminaba con un ritmo sereno, sabiendo que encontraría a su destino. Esta mujer
se paró al lado de José y lo besó de la manera en que sólo los amantes saben
hacerlo.
-¿Sabías
de ella? ¿Lo sabías María?
Ella
pasaba horas mirando a José mientras él hablaba con soltura, lo miraba a través
de los vidrios que lo separaban. Él hablaba con soltura con sus vecinos de
escritorio. Por eso María nunca tuvo la oportunidad de intervenir en sus
conversaciones. María esperaba con ansias la hora de almuerzo, y pasar este
tiempo con José, sentados en mesas diferentes, mientras él hablaba con sus
colegas de los resultados del futbol, y ella lo escuchaba atenta a tres sillas
de distancia. María se sentía protegida cuando José hablaba: su voz llenaba el
espacio cuando hacia sus presentaciones grupales, y sus palabras no estaban
dirigidas a María, estaban dirigidas a todo el público. . A Mará le gustaba
caminar, como solo ella sabe hacerlo, para estar cerca de José, y tener la
oportunidad de hablarle frente a frente, y pedirle unos archivos; en cambio José
podía hablar con ella por teléfono para solicitarle la información que
requería. . A María le gustaba cuando José sonreía y revelaba un espíritu joven
al entrecerrar los ojos. José sonreía por los chistes de sus compañeros, porque
María no contaba chistes, lo contemplaba desde lejos. María disfrutaba escuchar
sus canciones favoritas mirando fijamente a José, sosteniendo sus audífonos en
la cabeza, mirando a José que seguía ocupado en sus obligaciones. Él nunca pudo
escuchar la música que María seleccionaba para oír. Y cuando el día terminaba,
María se sentía triste al irse, y ver a José seguir trabajando, sin poder
ayudarlo, porque nunca le ofreció a José su ayuda pues era tímida.
Entonces
entienden que José no es un mal hombre. Él era distante porque María era
distante también. Ahora están pensando que María es una loca, soñadora…una
mujer que cree en el amor cliché. Yo también lo pensé, pero ahora que lo
recuerdo, cuando ella me contaba sus historias, nunca me dijo explícitamente
que ella estaba en una relación con José. Creo que eso lo imaginaba por la
manera en que ella me contaba los pequeños detalles, en la manera que sólo los
enamorados pueden fijarse en ellos, y relatarlos con tal precisión, como si
estuvieran grabados en sus memorias. ¿Quién puede culpar a María? Todos hemos
fantaseado con alguien en nuestras vidas, con la persona perfecta, al lado de
nosotros, a lo lejos.
¿Qué sucedió con María y con José después de la
visita de esa noche? Pues José le presentó a María su novia de seis meses: Sofia;
quien fue muy amable y agradeció a María por la ayuda de esa noche. Desde esa
noche, María entendió que su historia con José, que nunca había comenzado,
terminaba de inmediato. Que debía buscar a alguien más. Y fue así, como
finalmente comenzamos una historia María y yo.
Autor: Andrés
Felipe Obando Montoya.
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