–Sí, está lloviendo súper duro, está que se
cae el techo… - me decís riéndote...- Se
va a caer el techo y va a pasar como en el cuento que me contó el otro día, y
la casa se va volver un barco ¿si se acuerda?- Me preguntas, a pesar que
estás seguro de que yo no lo he olvidado, porque sabes que ese cuento lo
escribí para vos; yo me quedo callado y tú insistes –¿no se
acuerda? el cuento del niño… que un día se despierta después una tormenta muy
larga, mira por la ventana y se da cuenta de que su casa está flotando en medio
del mar, y cuando se monta en el techo de la casa, se da cuenta de que la casa,
ya no es una casa sino un barco.-
Cuando terminas de contarme el cuento que yo
me sé de memoria, te contesto y te digo que sí, que si me acuerdo –Sí,
yo se lo regalé. Usted estaba triste porque había terminado con ella.-
Te quedas en silencio, pero inmediatamente
sigues hablando para que no se note, que no te gusta que yo hable de ella y me
dices – Pero eso ya pasó hace mucho tiempo, y ella ya no importa. Además, lo
mejor de todo eso, fue que usted me regaló ese cuento que me gusta tanto,
y eso me ayudó a dejar de estar triste,
porque yo me acuerdo del final y me pongo contento; me gustó mucho que el niño
nunca encuentre nada, ni a nadie, pero a pesar de eso no llore, ni se ponga
triste, sino que antes ahí en medio de la nada, se ponga a mirar el cielo, se
enamore de él y desee con todas su fuerzas casarse con ese cielo… Bueno, yo
parezco un tonto contándole un cuento que usted conoce mejor que yo. - me
decís y paras, pero yo insisto en que yo quiero escucharte contármelo todo, porque
cuando lo cuentas vos suena mejor,
después de insistir te convenzo
de seguir –Entonces al otro día, cuando se supone que el niño despierte de nuevo
dentro del barco, el niño no está, la casa está vacía… O bueno no del todo,
porque la habitación está llena de pájaros azulejos. Yo a veces pienso que
usted es como uno de esos azulejos, porque cuando me llama o llega con alguna
de sus historias me siento tranquilo… Bueno ya me cansé de tanto hablar.-
Pero yo me quedo medio mudo al saber que de
alguna forma, le gusta hablar conmigo y sigo callado, entonces me preguntas – ¿Esta aburrido? – reacciono a tiempo, antes de que me cuelgue -
¡NO! Si a mí me gusta mucho… hablar con
usted; si no me gustara, le hubiera colgado cuando el niño se montó al techo - entonces, te empiezas a reír, y yo me siento
tan bien, algo así como feliz.–Es más, le voy a contar un secreto. El niño de ese cuento me lo imaginé pensando en usted, no es que me la pase pensando en usted ni nada parecido; Lo que pasa es que el niño tiene la misma sonrisa suya cuando pide el deseo- Entonces, ahora eres tú el que se queda callado –¡Hey! todavía estás ahí – te digo e inmediatamente me contestas –Sí… Yo a veces también pienso en usted, solo que algunas veces me acuerdo que usted y ella se ríen igual y no me gusta acordarme de ella. O bueno, no creo que se rían tan igual, es que yo siento más o menos lo mismo cuando ustedes dos se ríen. -Entonces, yo me siento bien y mal al tiempo, y se me retuerce un poquito el estómago, a veces que a uno le guste alguien no parece ser tan divertido.
Entonces decís –No
hablemos de ella, que yo prefiero acordarme de cosas que me pongan contento,
como el cuento o hablar con usted- Y
con eso ya me dejo de sentir mal – ¿Le gustaría que le escribiera otro cuento?-
Le preguntó y me dices que si y yo te lo empiezo a contar -Nosotros podríamos ser los personajes, y de
un momento a otro, nos vamos, salimos corriendo como locos y días después
estamos sentados en la playa, viendo un montón de barcos y ballenas pasar-
Y yo ya me siento con los pies metidos en el mar, mientras me imagino que estas
al lado mío.
Cuando paro de contar vos me decís - Yo quiero que durante todo el cuento hayan
azulejos que nos miren desde los arboles y también
quiero que al final del cuento la casa este vacía, bueno casi vacía, que solo
hayan azulejos volando por toda la casa
– y yo cada vez me siento más enamorado de vos, me quedo un rato callado y me
dices- ¿Sabe qué me gustaría? Que vos
estuvieras aquí conmigo, hablando bobadas y riéndonos; que cuando mi mama venga
porque escucha risas, y abra la puerta, el cuarto este vacío, pero la cama siga
tibia y mi respiración agitada-Autor: Santiago Herrera Cardona.
que cuento tan bueno, hay que ponerle cuidado a los cambios de voz, porque aun con los 2 tipos de letras es un poco confuso, pero se nota que tienes un estilo propio, ojala mejores (solo por perfeccionar) sin sacrificar el estilo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarGracias por el consejo :), ten por seguro que lo tendré en cuenta.
EliminarQue Cuento tan encantador
ResponderEliminarMe encanta este cuento... No me canso de leerlo
ResponderEliminarPasan los años y lo disfruto mas
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