miércoles, 26 de marzo de 2014

LA MANO QUE NO QUERÍA DORMIR


 Es de noche y cansado ya, Manuel se dispone a dormir; su mano derecha le expresa que no tiene sueño, pero el resto de su cuerpo agotado por el día y por los años, al instante reposa. Mano derecha busca a mano izquierda, pero esta duerme profundamente, entonces, comienza a hurgar en la superficie de las sabanas deseando encontrar que palpar, al no hallar algo interesante, prueba a jugar con los dedos en el aire: primero, intenta danzar pero siente que no lo hace muy bien, luego hace dibujos, algunos abstractos, otros figurativos, los cuales pasado un rato y creyendo que traerán el sueño, va transformando en números igual a cuando Manuel cuenta ovejas, al llegar al número cien, se da cuenta que el sueño no llega. Al no conseguir dormir, ella intenta estirarse, en su despliegue se encuentra con la mesa de noche, donde descubre una pluma y una libreta, las toma, y entonces escribe, escribe y escribe. La luz de la mañana inicia su llegada, mano derecha levanta sus dedos y al darse cuenta que está amaneciendo y que el sol asoma, decide imaginariamente pintarlo de blanco; las estrellas, quienes hace poco se habían ocultado vuelven a salir, el sueño de Manuel se extiende y mano derecha piensa si soñar, o seguir pintando.
Autor: Diana Arango Villa.

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