Es de noche y
cansado ya, Manuel se dispone a dormir; su mano derecha le expresa que no tiene
sueño, pero el resto de su cuerpo agotado por el día y por los años, al
instante reposa. Mano derecha busca a mano izquierda, pero esta duerme
profundamente, entonces, comienza a hurgar en la superficie de las sabanas
deseando encontrar que palpar, al no hallar algo interesante, prueba a jugar
con los dedos en el aire: primero, intenta danzar pero siente que no lo hace
muy bien, luego hace dibujos, algunos abstractos, otros figurativos, los cuales
pasado un rato y creyendo que traerán el sueño, va transformando en números
igual a cuando Manuel cuenta ovejas, al llegar al número cien, se da cuenta que
el sueño no llega. Al no conseguir dormir, ella intenta estirarse, en su
despliegue se encuentra con la mesa de noche, donde descubre una pluma y una
libreta, las toma, y entonces escribe, escribe y escribe. La luz de la mañana
inicia su llegada, mano derecha levanta sus dedos y al darse cuenta que está
amaneciendo y que el sol asoma, decide imaginariamente pintarlo de blanco; las
estrellas, quienes hace poco se habían ocultado vuelven a salir, el sueño de
Manuel se extiende y mano derecha piensa si soñar, o seguir pintando.
Autor: Diana Arango Villa.
Me encantó. Desde ya uno de mis favoritos. :)
ResponderEliminarEs como tocar una flor pétalo por pétalo.
ResponderEliminar